La incorporación de la Educación Tecnológica, como área de
formación general para todos los alumnos del Nivel Primario y de los primeros años
de la Escuela Media es reciente, la primera introducción formal a nivel
nacional de un área tecnológica de formación general se produjo a través del
proyecto denominado «Ciclo Básico General (CBG)» que se desarrolló a partir del
año 1989 en veinte escuelas (entre medias y técnicas) correspondientes a
diferentes jurisdicciones del país.
En el año 1993, mediante la Ley Federal de Educación se
propuso la incorporación del área de Tecnología en la Educación General Básica
de nuestro país. Los contenidos que incorporaría dicha área se describen en el
capítulo de Tecnología de los Contenidos Básicos Comunes (CBC). Partiendo de
estos, quedó a cargo de cada jurisdicción la elaboración de sus propios diseños
curriculares, así como la decisión del modo en que el campo tecnológico
entraría a la escuela (con un docente y un espacio curricular específico, como
un área a abordar por el maestro de grado, como un contenido transversal, entre
otras posibilidades).
Junto con las definiciones curriculares, se diseñaron e implementaron
dispositivos de capacitación destinados a acompañar a los docentes en el
proceso de implementación de esta nueva área en la escuela. En paralelo, los
institutos de formación de nuevos docentes comenzaron a incluir a la tecnología
como parte de la formación general. En algunas jurisdicciones se crearon
profesorados destinados a formar docentes especializados en el área.
Durante el proceso de crecimiento del área se debatieron sus
propósitos y se manifestaron diferentes enfoques curriculares y metodológicos;
el propio objeto de estudio fue puesto en cuestión. «Los diferentes
significados y sentidos que suelen atribuirse al término ‘tecnología’ generan
una gran variedad de expectativas, en muchos casos divergentes, a la hora de
pensar el lugar de la tecnología en la escuela». Estas diferencias en relación
al sentido del área permiten explicar la gran heterogeneidad que hoy puede
reconocerse en los currículums escolares de Tecnología de las diferentes
jurisdicciones (y en las prácticas áulicas aun dentro de una misma
jurisdicción), así como en los planes de estudio de los diferentes institutos
de formación docente a lo largo del país.
El proyecto propuso incluir el área de Tecnología para todos
los alumnos en los primeros años de las escuelas medias y técnicas. A pesar de
haberse discontinuado (por los cambios políticos), el proceso fue evaluado como
positivo y gran parte de las experiencias sirvieron como base para los
proyectos que se desarrollaron posteriormente.
La Educación Tecnológica como innovación curricular
Más recientemente, el trabajo de definición de los Núcleos
de Aprendizaje Prioritarios (NAP), que retoma las experiencias capitalizadas en
estos últimos años, permitió establecer acuerdos y orientaciones comunes que
seguramente contribuirán a un crecimiento más equilibrado y menos divergente
del área en las escuelas.
Pero ¿alcanza con disponer de los NAP para lograr una
instalación coherente del área en las escuelas? ¿Cómo influyen los supuestos y
las expectativas de los diferentes actores (docentes, directivos, padres,
alumnos) y la propia biografía escolar?
Para una primera aproximación a estos interrogantes, podemos analizar algunos aspectos que caracterizan los procesos de incorporación de las innovaciones curriculares a las prácticas docentes. En principio, es importante reconocer que un cambio en el currículum constituye una modificación de una práctica social, en tanto y en cuanto normalmente se parte de un profesor que ya se encuentra desarrollando uno en sus clases. Cualquier intención de innovar implicará la necesidad de realizar un análisis comprensivo de esa realidad con la que será necesario luego interactuar.